domingo, 8 de marzo de 2009

¿CÓMO SE CUENTA LA CRISIS?


por Ariel Pascielli
Marzo 2009


El sistema capitalista, históricamente, cae en crisis cíclicas que, mas allá de las decisiones económico-políticas que la llevan a ellas, manifiesta minicrisis de la cual siempre se sale hacia adelante, beneficiando a los dueños del poder y del dinero.

Las minicrisis fueron precursoras de grandes crisis que terminaron en guerras o en cracks generalizados. A partir de la globalización de la economía, favorecida por el manejo cibernético de los negocios, la creación de dinero virtual para la especulación y el amoral desempeño que dieron al sistema todos sus servidores, desde los poderosos hasta los “yuppies” buscando el dinero fácil, el éxito de hoy, la preponderancia de ambiciones personales, aún a costa de destruir valores de solidaridad y de construcción de futuro para las generaciones venideras.

Al estallar la crisis en el centro mismo del poder económico del primer mundo y de todas las potencias europeas que la componen, se necesitó hacer creer algún cuento a la opinión pública mundial, para salvaguardar el prestigio del sistema financiero y bancario, las calificadoras de riesgo, los gurúes internacionales y locales de cada mercado y, por supuesto, ganar tiempo para encontrar la solución que afectara lo menos posible al sistema capitalista y salvar los beneficios de los encumbrados ejecutivos fogoneadotes del crack.

Parafraseando el viejo dilema: “¿quién es primero, el huevo o la gallina?”, vale la pena trasladarlo a la situación económica actual: ¿quién causó la crisis, el mal manejo de la economía real o la desmedida ambición del sistema financiero?. Tal vez ambos a la vez, o en secuencia, para dar vuelta la hoja y comenzar a hacer girar la ruleta para que el sistema capitalista se afiance y desarrolle con nuevas reglas de juego que evocan experiencias pasadas.

No en vano se trae a la palestra, como experiencia de acciones tomadas en la última gran crisis del año 29, la necesidad de volver al keynesianismo o, para algunas mentes afiebradas, evocar a Carlos Marx, en algunos sacándolo fuera de contesto, o sin explicar éste, para mostrarlo, si a Marx, como un descolgado defensor del librecambio.

Todos estos artilugios comunicacionales tratan de ocultar el verdadero rumbo que están intentando tomar los dueños del poder y del dinero.

Desde otra óptica trataremos de intentar otra vertiente de análisis, en relación con lo sucedido en la economía real, la especulación financiera y el rumbo político mundial, con la intensiva participación de nuevos gigantes económicos, financieros y políticos.

Las llamadas hipotecas subprime no representarían otra cosa que la punta de un iceberg a la que se le trata de cargar la responsabilidad de la situación existente, inclusive ejecutándolas aceleradamente, apropiándose del inmueble aunque éste tenga menor valor real que el monto hipotecario.

Partiendo de un juego de simulación a partir de hechos reales, trataremos de llegar a una conclusión como punto de partida de una discusión que puede resultar interesante.

Si apreciamos que el polo de poder económico-político mundial está instalado geográficamente en el hemisferio norte, juntamente donde pululan la banca “off shore” y los paraísos fiscales, no puede resultar casualidad que allí sea la zona de mayor incidencia de hipotecas subprime, las que han sobrevaluado el valor del metro cuadrado habitacional o de locales comerciales, para garantizar un valor en dinero virtual que supera el valor real de los inmuebles.


Ese dinero virtual fue lanzado a la especulación financiera pagando altas tasas de interés y obteniendo con la reventa de ese dinero una excelente rentabilidad especulativa.

Los especuladores hicieron todo tipo de negocios, amparados por informes de tramposas consultoras de riesgo, elevando los precios de comodities que colocaban en diferentes mercados asiáticos en proceso de transformación interna que alentaban el consumo local.

Pero esos países también desarrollaron su potencial tecnológico e industrial bajo el comando de empresas multinacionales que, utilizando mano de obra barata y trabajo esclavo, colocaban en el mercado internacional (especialmente en el estadounidense) su producción estimulando el consumo y generando alto crecimiento de su deuda externa.

Estados Unidos es el país que tiene el mayor déficit fiscal y la mayor deuda del mundo porque, luego del Tratado de Breton Woods y del Consenso de Washington, siguió valorizando y dando seguridad con sus Bonos del Tesoro, en la medida que es la fábrica de dólares sin límite. Dándole un tratamiento a la economía contrariamente a los dictados del FMI para los países emergentes.

China tiene una participación de casi el 40% en las importaciones de Estados Unidos y, además, una alta participación entre los acreedores de la deuda externa de ese país.

Por ello, y desde hace tiempo, los norteamericanos bogaban por una devaluación del Yuan –la moneda China-, para de esa forma posicionarse mejor en los términos de intercambio, en el resultado fiscal y en la deuda externa.

La burbuja financiera, la economía real y la complejidad de los procesos, cibernéticos y reales, de los manejos comerciales con sus tercerizaciones, su mercado negro, su imperio de actividades dolosas y cualquier otro tipo de delincuencia de guante blanco, ocultaron en la sombras la masa financiera real de la economía.

Entonces, estalla la “crisis” y se derrumban los gigantes de la economía y las finanzas, y también los medianos y pequeños, se paralizan o amenguan las actividades y el pánico y la incertidumbre pasan a ser protagonistas principales de la situación.

Mientras tanto, las consultoras, los bancos, las empresas productivas y las de servicios o quiebran o están al borde de ello. Presurosos los gobiernos, ya sean buenos o malos administradores de los intereses de la sociedad capitalista, concurren a ayudarlos con cuantiosos fondos que, en definitiva pertenecen al pueblo. Ese pueblo que más temprano o más tarde es el que va a pagar los dislates de los poderosos de una sociedad injusta, que actúa con mirada corta de lucro inmediato, sin importarle el futuro y menos elementales actos de solidaridad.

La situación provoca reducción de los valores de los activos empresarios y las compañías pasan a ser papeles baratos, expuestas a la voracidad de los poderosos financistas que defienden sus valores manteniéndolos en la sombra, por cuanto no es hora de que vean la luz mientras haya posibilidades de sacar más dineros a los gobiernos cómplices, presionando más a la baja a todos los activos económicos reales.

Ya llegará el momento de adquirirlos a precio vil y recomponer las estructuras de la economía del sistema capitalista, aceptando un juego de simulación de reglamentar todas las transacciones para iniciar nuevamente el camino del libre mercado, de la flexibilidad, de que lo que no está específicamente prohibido está permitido, del dejar hacer, del dejar pasar y así reconstruir el sistema que le brindo tanta ganancia especulativa.

Por eso hay que estar alerta. Hay que poner las cosas en claro para el conjunto de sociedad. No hay que sumarse al coro hipócrita de aceptar calladamente la simulación de situaciones que siempre tienen dos o más ópticas para analizar.

Tratemos de no echar nafta al fuego diciendo, con disimulada algarabía, desde nuestras propias filas que estamos frente al colapso, a la destrucción del sistema capitalista. Pensemos en las idas y venidas de la historia.

Mientras tanto: ¿por qué llegamos a esto?. Seguramente no fue por el empuje de acciones revolucionarias y transformadoras para construir una sociedad mejor.
Recordemos la división internacional del trabajo, los tratados bilaterales espurios entre países superdesarrollados y países emergentes, la desindustrialización, las fábricas vacías, la venta de empresas nacionales a multinacionales para invertir las ganancias obtenidas en la bicicleta financiera de rápidos y pingües resultados, la ausencia de responsabilidad social de los empresarios y la falta de pertenencia a su propia clase.

Hicieron dinero rápido, destruyeron sus industrias, se dejaron llevar por los cantos de sirena de la especulación financiera, contribuyen a inflar la burbuja financiera.

Hoy los especuladores van a comprar nuevamente los activos de producción, van a manejar la distribución y venta de los productos, van a seguir con la publicidad engañosa.

Tomemos conciencia y traspasémosla para que no se siga viviendo en hipocresía y asumamos acción para construir una fuerte actividad nacional, popular y revolucionaria que garantice justicia social, libertad política y soberanía económica.

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