jueves, 28 de mayo de 2009

La oligarquía sojera desespera por los avances de la ciencia argentina independiente*


por Alberto Jorge Lapolla**
mayo de 2008




*Artículo publicado por la Revista Contraeditorial, Nº 12, mayo de 2009,


Terror en el rentismo sojero

En un editorial del 24 de abril del diario de los Mitre, terroríficamente titulado ‘tierra arrasada’, refrendado por otro del día siguiente de F. Bertello llamado ‘Ante el riesgo de volver al pasado’ –pasado industrial, productivo, independiente, soberano e inclusivo, podríamos agregar-, se hace una defensa desesperada y plagada de mentiras y descalificaciones antidemocráticas hacia la acción del gobierno, del modelo de la sojización. Allí se defiende irresponsablemente la principal herramienta del pequeño poroto transgénico: la lluvia agrotóxica del herbicida glifosato que anualmente inunda nuestros campos, napas, cursos de agua, arroyos, lagunas, ríos y el ambiente circundante de las ciudades del interior. Lluvia que viene acompañada, de su secuela de teratogénesis (malformaciones en los nacimientos y abortos espontáneos) cánceres, alergias, dermatitis, enfermedades respiratorias, expansión descontrolada de la población de mosquitos, afectación de la micro-macroflora y micro-macrofauna del suelo y otros efectos nocivos que se manifiestan en toda la extensión de la cuenca sojera. Espantó a La Nación, un reciente informe preliminar dado a conocer por el Dr. Andrés Carrasco, científico argentino de renombre internacional, con más de treinta años de carrera, descubridor en los años ochenta del rol de los ‘Genes Hox’ en la morfogénesis de los vertebrados y Director del Laboratorio de Embriología Molecular del Conicet y de la Facultad de Medicina de la UBA. El informe del Dr. Carrasco versaba sobre los graves trastornos teratógenicos y protocancerígenos descubiertos en sus investigaciones de dos años de duración, en embriones de Xenopus levis, un anfibio utilizado en el mundo entero para estudiar los efectos de los fármacos y tóxicos sobre los vertebrados. Gracias a lo descubierto por el Dr. Carrasco en los años ochenta, la ciencia mundial sabe hoy que los procesos morfogenéticos de los anfibios, se reproducen de igual manera en el resto de los vertebrados, lo que incluye al ser humano. Es por ello que Carrasco, como haría cualquier científico responsable ante su sociedad, haya preferido hacer públicos a la prensa sus conclusiones, ya bastante avanzadas y con contundente seriedad académica. Palabrita ésta que le gusta a La Nación cuando la ‘Academia’ es de ella, pero que le molesta cuando la Academia le juega en contra. Carrasco salió a advertir a la comunidad, antes de publicar su trabajo en cualquiera de las medios científicos existentes, pues al descubrir un hecho que puede afectar gravemente a la salud de la población, primó su responsabilidad como científico, antes que las ataduras a los pasos burocráticos del sistema científico, que por otro lado lo autorizan perfectamente a hacer lo que hizo. De hecho las denuncias y evidencias contra los nocivos efectos del glifosato-Round up y el paquete de agrotóxicos que acompañan a la sojización, van en aumento día a día. La Nación reduce la cifra de agrotóxicos, a 160-180 millones de litros, pero en la última campaña los litros desparramados superan los 300 millones de venenos, varios de ellos prohibidos en otros países (2-4-D, Clorpirifós, Paraquat, Diquuat), con crecientes daños para el ecosistema en su conjunto y para la salud de la población en particular. Lógicamente las medidas a tomar a partir de la publicación oficial del informe, que pese a lo que tergiversa La Nación, fue entregado por el Dr., Carrasco, al Poder Ejecutivo Nacional, a ambas cámaras del Congreso Nacional y al Conicet, y un resumen preliminar nos fue entregado por correo electrónico a los investigadores ambientales y está disponible para cualquiera. Pero claro, no fue entregado con anticipación –impidiendo su ocultamiento- ni a la Nación, ni a Clarín, ni a la Cámara de agrotóxicos y fertilizantes, ni a Aapresid, ni a Monsanto, ni a los muchachos de la Mesa de Enlace, ni a ningún otro integrante del ‘agronegocio sojero’, y eso lo hace insostenible para La Nación. Peor aun, todos ellos comienzan a mirar con preocupación a sus colegas de la industria del tabaco, cuando se confirmara su relación directa con el cáncer de pulmón. Las costosas indemnizaciones que el agronegocio sojero deberá pagar al conjunto de la población contaminada con venenos agrícolas, por sus secuelas de cánceres, malformaciones, abortos espontáneos, y otras plagas parecen quietarle el sueño a La Nación y sus socios sojeros, por eso no ven la hora, ni la forma de acabar con este gobierno que permite estas investigaciones impertinentes. La sojización constituye una verdadera plaga que ha devastado el otrora poderoso y autosuficiente sistema productivo agropecuario argentino, que se caracterizaba por obtener una enorme masa de alimentos sanos y de altísima calidad sin apelar prácticamente al uso de agrotóxicos, basándose en las enormes ventajas agroecológicas de nuestras pampas y de la rotación agrícola-ganadera que por décadas permitió alimentar adecuadamente a nuestra población y al mismo tiempo poseer un alto saldo exportable de granos y carnes de altísima calidad, hoy perdida por la sojización masiva y la expansión de la producción de ‘carne- basura’ producida en el feed- lot, su lógico producto. Así dejamos de ser el ‘granero del mundo’ –que añora La Nación- para transformarnos en el ‘pastizal-sojal’ de China, la India y la UE, primarizando nuestra producción agrícola a extremos ridículos. Le vendemos soja y maíz en grano a Chile, para comprarles luego los cerdos y pollos que ellos producen con nuestros granos y que nosotros hemos dejado de producir gracias a la expansión descontrolada de la producción de ‘pasto-soja’.


Mentiras a granel

En un párrafo sin desperdicio, para el dolor de nuestra memoria histórica, La Nación se escandaliza de que la Ministra de Defensa haya prohibido sembrar soja trángencia en los campos del Ministerio a su cargo. El diario no puede dejar de mostrar su espanto ante el sistema democrático vigente y su profundización a partir de 2003. Dice La Nación: ‘Cuesta creer la ligereza con la cual la ministra de Defensa ha dispuesto prohibir la siembra de soja transgénica en inmuebles propios de las Fuerzas Armadas. Desde el momento en que el ex presidente Néstor Kirchner ordenó a su entonces jefe de Estado Mayor General del Ejército que retirara, como si hubiera sido un peón de limpieza, con sus propias manos un retrato de Jorge Videla del Colegio Militar, la época del desprecio por las instituciones del país ha seguido un curso por momentos trágico y por momentos desopilante.’ Si el párrafo no perteneciera a un editorial del diario mitrista, seguramente merecería integrar una de las mejores antologías de la picaresca político. Cuando el ex presidente Kirchner ordenó al Jefe de Estado mayor retirar la foto de Videla -pues ninguno de los colaboradores del general quiso hacerlo en muestra de rebeldía- Kirchner cerraba con esa acción decidida y valiente un largo ciclo histórico de autoritarismo militar por sobre el poder civil. Fue en ese preciso instante que la aciaga frase del ex presidente Alfonsín, sobre sus ‘Felices Pascuas’ que congelara por veinte años la construcción de un verdadera democracia en la Argentina, pasaba a ser historia. Néstor Kirchner ponía blanco sobre negro que el jefe militar era el Presidente elegido democráticamente por los argentinos, tal cual expresa nuestra Constitución. Esa que La Nación despreciara y aboliera una y otra vez a lo largo de nuestra historia, apoyando a cuanto golpe de Estado se produjera. Los genocidas y asesinos debían ser juzgados, la democracia podía seguir su curso interrumpido por las leyes de la impunidad. Kirchner hacía exactamente, lo que Alfonsín se había negado a hacer en la aciaga Semana Santa donde decidió vaciar de contenido su gobierno y traicionando a los millones de argentinos que dejando de lado sus banderías políticas, ocuparon las plazas de la Patria, rodearon Campo de Mayo y estaban prontos a destrozar al ejército asesino y genocida emergido del 24 de marzo de 1976 y dispuestos reemplazarlo por uno nuevo democrático y popular.

Videla y el glifosato: el mismo proyecto

Resulta notable que La Nación junte al glifosato y la sojaRR con Videla, casi sin anestesia, pues como hemos explicado muchas veces, la sojziación, que ha devuelto al país al modelo agroexportador, es hija directa de la brutal desindustrialización iniciada en marzo de 1976 y llevada hasta el hartazgo por el menemato. Entre 1976 y diciembre de 2001 se destruyeron 280.000 establecimientos industriales y se perdieron 300.000 productores agropecuarios. De ese increíble retroceso histórico surgió la sojización que nos devolvió al modelo de la ‘granja británica’, vigente entre 1862 a 1943, claro que ahora remozada como ‘pastizal chino’. Le vendemos a China ‘pasto-soja’ y le compramos toda su producción industrial incluida la basura. Eso si que es retorno al pasado. Argentina es el único país en el mundo que se desindustrializó por decisión política de su burguesía, sin haber sufrido ni una guerra de invasión, o de anexión, como ocurriera con la ex Yugoeslavia, la ex Alemania comunista o Irak. La última frase del párrafo es absolutamente perversa y denuesta el correcto accionar de la Presidenta legitima de los argentinos. ‘De un día para otro se toman en el seno de un gobierno orientado desde las sombras, y no por quien fue elegida para regir por cuatro años su destino, medidas que asombran. Pasará el tiempo y muchos de los personajes de esta época revistarán como protagonistas de capítulos inverosímiles, impropios de una república cuya grandeza se celebró por muchas razones en el mundo.’ ¿A razón de qué, una medida tomada por la ministra de Defensa designada por aquella Presidenta ‘elegida para regir por cuatro años su destino’ años proviene de un supuesto ‘poder en las sombras’? O acaso la ministra Garré no habrá consultado a la Presidenta, antes de tomar la correcta decisión de prohibir la sojaRR en los campos militares? Campos que por supuesto, no debían estar destinados a la especulación rentista-sojera, sino a la producción de alimentos para nuestras fuerzas armadas. Un ejemplo que debería tomar el ministerio de Educación y prohibir que los campos pertenecientes a las escuelas Agropecuarias o a las Facultades de Agronomía de todo el país se alquilen o produzcan desvergonzadamente sojaRR como si más. Finalmente el párrafo hace mención a gobernantes ‘impropios de una república cuya grandeza se celebró por muchas razones en el mundo’. ¿A qué grandeza se refiere La Nación? ¿A que Republica se refiere el diario de Mitre? ¿A esa extraña ‘república conservadora’, sin voto universal existente entre 1862 y 1916? ¿Al país de las vacas y las estancias? ¿A ese que según Roulet, dirigente de CRA, ‘hicieron grande el campo, la Iglesia y las Fuerzas Armadas?’ Esa República sin votos es la que añora la burguesía terrateniente, hoy reconstituidos en poderosa burguesía sojera, luego de haber vendido sus empresas industriales, habiendo fugado entre 150.000 y 300.000 millones de dólares fuera del país y haber recuperado gran parte de las tierras que debiera vender durante los años del peronismo. Añoran esa ‘republica’ donde votaban los muertos, y el ‘Presidente de la Nación’ se elegía en reuniones del Jockey Club, el Banco de Londres y el Club del Progreso. ¿Será por eso que toda la oposición habla de República, y olvida hablar de democracia? Recordamos entonces una frase que Jaime Jacques Perriaux, el ideólogo del modelo económico perpetrado por Martínez de Hoz, le señalara pedagógicamente al asesino Videla: ‘conviene hablar de República y no de democracia. A la democracia hay que explicarla a la republica no’. Creemos hallar allí la explicación de tanto fervor republicano de la oposición que se niega a hablar de derechos económicos, sociales y humanos, implicados en la ‘democracia para todos’ y no solo para los propietarios de la tierra (6900 familias dueñas del 49.7% de la tierra en la Argentina, bueno es recordarlo). Nos viene a la memoria al caso, un discurso de Domingo F. Sarmiento, en el Senado Nacional que creemos expresa el pensamiento republicano de La Nación, dice allí el ‘padre del aula’: ‘La clase decente forma la democracia, ella gobierna y ella legisla.(...) Cuando decimos pueblo entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara, ni gauchos, ni negro, ni pobres. Somos la gente decente, es decir patriota.(...) las masas populares cuando llegan al poder establecen la igualdad por las patas, el cordel nivelador se pone a la altura de la plebe y !ay de las que lo excedan de una línea! El ejercicio de la soberanía popular traería como consecuencia la elevación de un caudillo, que representa en todos sus instintos la mayoría numérica en despecho de la minoría ilustrada’.(1) Parecería que para los nostálgicos de la república conservadora el voto universal y la vigencia plena de las instituciones democráticas es un problema sin solución. Por suerte.

1-Citado por Carlos Paz en Poder, Negocios y Corrupción en la Época de Rivadavia, pag., 71, De Alejandría, 2000



**Ingeniero Agrónomo genetista e Historiador, Director del Instituto de Formación y Capacitación de la CMP

LA SALUD: UNA ENFERMEDAD DE ESTADO


por Jorge Rachid


Un lamentable análisis sería atribuir todas las deficiencias del sistema de salud actual de la Argentina, simplemente a la fotografía de hoy y pretender desconocer treinta y tres años de inacción coordinada del neoliberalismo para producir su desguace económico y operativo, a favor de grupo económicos, tanto de la medicina prepaga como de la industria farmacéutica en su conjunto.

Así lo ha sufrido el Hospital Público que, de ejemplo Latinoamericano de excelencia sanitaria y punto de referencia de países de todo el mundo, pasó a ser administrado y conducido por unidades de gestión cada vez mas delgadas, como son los municipios, en una mal llamada descentralización que en realidad esconde una fragmentación y una diáspora de políticas sanitarias que arremete nuestra memoria.

Las Obras Sociales Sindicales, ejemplo único en el mundo de un sector social que corporativamente, con recursos propios de los trabajadores de ahorro interno genuino para la salud, dieron respuestas que el Estado no ofrecía, en una cobertura integral y universal, que sin embargo fue atomizada e invadida por las empresas comerciales de medicina prepagas a partir de la desregulación del sistema, exigida por el Banco Mundial en los 90.

Se perdió en ese camino forzado a transitar, nuestra cultura y nuestra historia sanitaria marcada y ejecutada en forma brillante por el Dr. Ramón Carrillo que logró, no sólo eliminar las endemias mas preocupantes de nuestro país, sino que consolidó la práctica en sus libros como “La teoría del hospital” y sus clásicos métodos de conducción sanitaria, tales como la centralización ejecutiva y la descentralización operativa, que hoy aún se analiza y profundiza en el mundo académico. Esta pérdida de rumbo conduce hoy a confundir lo que es la planificación e instrumentación de una “Política de Salud”, con una política de “atención de la enfermedad”.

En éste marco es coherente y no llama la atención que el principal gasto de la inversión en “salud” en la Argentina, sea en medicamentos, ocupando casi un 32% del total del gasto sanitario total, lo que representa una desproporción absoluta con indicadores de otros países que destinan entre el 12 y el 15% a ese fin. De ese gasto total en salud nuestro país, en sus sistemas solidarios tanto de obras sociales sindicales, provinciales, PAMI y sector público hospitalario, cubre el 80% pese a lo cual no decide la direccionalidad del recurso ni las políticas prestacionales, al no dar la batalla necesaria del cambio profundo, transformador y revolucionario que nos merecemos para recuperar la política como herramienta de transformación, en el área mas sensible de los derechos humanos como es la salud de los argentinos.

Cualquiera podrá decir que es fácil decirlo y difícil concretarlo. Es cierto. Pero lo es también que la política de parches sobre una realidad escrita por una cultura dominante, que privilegió durante décadas las pautas de financiamiento, el capital privado, el diseño econométrico de la inversión en salud, la macroeconomía por sobre un Plan Nacional de Salud, invirtió como vuelta de campana todos los ejes de prioridades sanitarias de nuestro país a favor de la especulación, la ganancia, la corrupción, la codicia y la acumulación por parte del sistema prestacional privado, que opera extorsivamente sobre la seguridad social, al conocer perfectamente la situación a que ha sido sometida en sus limitantes burocráticas.

En ésta medida es lógico que los planes preventivos no existan, salvo programas puntuales que, cuando son de alto impacto mediático son financiados por los organismos de créditos internacionales, pero abandonando las enfermedades huérfanas, aquellas que no aumentan las ganancias de las multinacionales de medicamentos, ni tienen capacidad de ahorro interno, porque son las que golpean a los sectores mas humildes y desprotegidos de la población. El Chagas, las amebiasis , las lectopirosis, el dengue, el cólera, la fiebre hemorrágica argentina, ahora la tuberculosis reaparecida, forman parte de ese largo listado de abandono. A nadie le interesa, y un ejemplo concreto lo da el hecho del laboratorio de primera línea que anunció hace dos años que alegremente dejaba de elaborar el único medicamento que se recetaba para impedir el avance de los efectos del chagásico ya infectado, en especial los niños, llamado radanil, por la simple razón de que el Mercado era muy pequeño.

No debemos olvidar desde el punto de vista sanitario las condiciones medio-ambientales, en especial aquellas que afectan directamente la salud como los fosforados en general, el glifosato en particular y los mercuriales junto a los arsenicales, verdaderos contaminantes que condicionan la vida de poblaciones enteras rurales y urbanas ubicadas cerca de los centros de producción y explotación de comodities como la soja y el petróleo. Esas conjunciones crean condiciones de desarrollo de procesos oncológicos y malformativos en poblaciones cercanas, de difícil inserción en los medios de comunicación masivos frente a los intereses que representan.

Los Laboratorios Estatales de Medicamentos durante años fueron una expresión voluntarista de las provincias argentinas, luego de haber sido en la década peronista del 45 pioneros en el mundo con el EMESTA, habiendo dejado caer en estos años de neoliberalismo verdaderos complejos industriales de producción pública, como el laboratorio de las FFAA. Sin embargo ésta administración incorporó la Red de Laboratorios a un diseño de producción pública que deberá complementarse con la investigación y el desarrollo para adquirir soberanía en la decisión de la política sanitaria a futuro. Esto sumado a la Ley de Genéricos y los programas de salud reproductiva fueron sin dudas avances en un campo aún minado de la seguridad social.

Según cuenta el maestro Floreal Ferrara, decía Carrillo que el mejor plan de salud sin dudas es agua corriente y cloacas para todos los argentinos. Desde esa premisa es necesario construir políticas de Estado a futuro, con el concurso de quienes estén dispuestos a pagar el “costo” de reformular el actual sistema prestacional, plagado de aparatología de última generación y sin atención médica primaria, con médicos pauperizados y proletarizados por verdaderos explotadores financieros que cobran cápitas enormes de atención y pagan chirolas a los profesionales, con ritmos de trabajo y atención que atentan contra la excelencia médica, abandonando la práctica médico-paciente por la receta y la orden de estudio ante la mínima consulta por dolor, sin tiempo de profundizar el conocimiento y las causas de las circunstancias que impone la situación.

Apuntalar la Salud de la población no sólo es un mandato constitucional del cual el Estado debe hacerse cargo, es un derecho fundamental del hombre, que hace a su felicidad y la de su familia. Atender la Salud debe ser un desafío integral desde el nacimiento hasta la muerte, desde la misma concepción del individuo futuro a la dignidad de la etapa final de la vida, para lo cual se requiere eliminar aquellos obstáculos que afectan la dignidad de las personas, desde las largas colas nocturnas para turnos hospitalarios, hasta atenciones rápidas de consultorios periféricos desbordados y lejanos para muchos compatriotas. Se requiere la educación médica continua y retomar el pulso del humanismo desvastado por la lógica del dinero y la aparatología, en los profesionales. Se necesita de gobernantes que estén dispuestos a soportar todo tipo de agresiones por parte de quienes verán afectados sus intereses, consolidados por años en las estructuras del poder. Se requieren políticas sinérgicas del Estado en la compra centralizada de insumos y materia prima importada, con la decisión de producir en el país con la máxima tecnología y con nuestros técnicos y profesionales que exportamos, pero que no aprovechamos en toda su aptitud dentro de nuestras propias fronteras.

Se requiere, en definitiva una decisión política del mismo nivel y trascendencia que llevó a eliminar a las AFJP, del mismo tenor que el pago al FMI, de la misma dirección que llevó a recuperar los puertos, las aerolíneas, los ferrocarriles, a levantar las leyes laborales como estandartes de una cultura del trabajo y que deberá aún derrotar a las ART (ley 24557), pilar de la discriminación del obrero argentino ante el infortunio laboral.

Hay un camino recorrido que es correcto. En salud hay una hipoteca pendiente que tiene que ser levantada si pretendemos que sea esta la ruta del modelo social solidario y del Estado de Bienestar perdido en la lógica perversa de los 80 hasta la fecha. La salud es la llave junto a la educación y la vivienda de la tríada de la felicidad del pueblo y desde ahí apuntalar la grandeza de la Nación, ambos objetivos estratégicos del movimiento nacional y popular en la Argentina.

JORGE RACHID-
CABA 21-5-09
jorgerachid2003*yahoo.com.ar
www.jorgerachid.blog

domingo, 24 de mayo de 2009

EL VALOR DE LA PALABRA


por Jorge Rachid

La inmensa catarata de palabras sin contenido que origina la lucha electoral, hace que la semiótica adquiera valor cotidiano en la interpretación de cada una de ellas como significado en si mismo.

Así nos asomamos a términos peyorativos como “la caja” cuando se expresa, desde la crispación, la búsqueda de recursos del ejecutivo, y que constituye su obligación natural para cumplir los objetivos del Estado Nacional.

Se utiliza, maliciosamente, el término “apropiación” a la restitución del derecho constitucional al sistema previsional solidario por la eliminación de las AFJP, que además de amputar el 30% del capital aportado del ahorro interno genuino de millones de argentinos adjudicándolo maliciosamente a “gastos administrativos” y no a “ganancias” que era lo real, invertían en “paraísos fiscales” e instituciones privadas de mercados de valores extranjeros, operando en ese momento con 35 mil millones de dólares provenientes de salarios diferidos a los fines previsionales. Cuando a esa situación se la llamó “saqueo” por parte de la prensa, los “políticamente correctos” clamaron por la “propiedad privada” como si los fondos previsionales fuesen plazos fijos individuales y no un pacto intergeneracional.

Por supuesto que a la recuperación del rol del Estado en la economía se la llamó “estatismo o populismo” en un desconocimiento de ambos términos, producto quizás de tantos años de cultura dominante neoliberal, donde “Estado” era palabra prohibida, y “Mercado” actuaba de ordenador social. Así nos fue, en el desierto del desamparo y la desocupación de los noventa. Sin embargo, no alcanzaron las recomendaciones de que el Mercado sin Estado es “mercado negro” promotor de las políticas darwinianas en lo social donde triunfa el mas fuerte, como en la lucha de las especies por su supervivencia.

Si “estatismo” es el rol del Estado como ordenador social y equilibrador de los intereses naturales que contiene toda sociedad, es indudable que lo único que se hizo fué recuperar “soberanía”, entendida ésta como la capacidad de tomar decisiones y ejecutarlas por parte del Gobierno elegido por el pueblo.

“Populismo” no se utiliza, arteramente, como estar atento a los contenidos populares del reclamo social, no ejercer la violencia del Estado ante el conflicto, atender la realidad y tratar de superarla, antes que estigmatizar la pobreza y la marginalidad. Se han convertido a las mismas, pobreza y marginalidad, en banderas de críticas antes que en caminos de solución que se están ejecutando, mal o bien, formando parte esto último de otro análisis mas profundo de políticas sociales donde la hipoteca social sigue siendo alta.

Cuando una acción de gobierno se cataloga de “populismo”, se lo hace desde una carga política que niega lo popular, que pretende ignorar que una sociedad se construye desde la búsqueda y el compromiso de Justicia Social, que significa ni mas ni menos que movilidad social ascendente a sectores de población hasta ayer nomás desplazados de la pirámide social. Si ese compromiso es “populismo” sin dudas es una política correcta desde el punto de vista de quienes pretendemos una sociedad mas justa.

Sin embargo quienes lo enarbolan lo hacen despectivamente porque han asumido como propio y aplicable para todos, al eje culturalmente dominante de los últimos 30 años que privilegió al sector financiero por sobre el productivo, derrotó temporalmente a la cultura del trabajo y las leyes laborales de años de luchas y sacrificios del movimiento obrero y convenció que los argentinos éramos vagos e inservibles. Tomó como cierto que necesitábamos una Argentina productora de materias primas para el mundo, que el mercado interno no importaba, que el costo social (que nunca pagan los poderosos) había que asumirlo para integrarnos al mundo, que necesitábamos a las inversiones extranjeras aunque sean capitales buitres o lavados de dinero espúreo. Nos explicaron que la teoría del derrame, del crecimiento macro, las mediciones de riesgo internacional, la opinión de los organismos internacionales de créditos y mil consignas eran “Palabras Infalibles a Aplicar”, pero la realidad sobreviniente fué que, la teoría y sus “aplicadores”, hundieron la Nación, nos dejaron sin Patria e hicieron llorar a millones de argentinos. Todo en el uso estricto de la palabra como herramienta de creación de una política.

La Palabra es el motor de búsqueda del pensamiento. Desde ella se puede discernir la “ideología” del emisor. Es el indicador desde donde se mira la vida, la propia y del mundo.

Quien dice “mano dura” lo hace desde algún lugar, mas allá del involucrado directo en un hecho lamentable y quien lo expresa desde la política no habla de seguridad, habla de represión.
Cuando nos presentan “inseguridad jurídica” en términos genéricos nos quieren significar que no funcionan los mecanismos republicanos de los poderes públicos democráticos.
Cual es la “seguridad jurídica” del jubilado con fallo de la Corte favorable que debe esperar el resarcimiento, frente a la “inseguridad jurídica” de la empresa monopólica privatizada que clama por justicia habiéndola vaciado, que no efectivizó las inversiones pactadas ni pagó las cargas sociales de sus empleados ni los impuestos a las ganancias.
Las seguridades e inseguridades existen de acuerdo al rol social de cada protagonista. Es un “hombre alegre” cuando el millonario se emborracha y “negro borracho” cuando lo hace un trabajador en el ejercicio discriminador, habitual y cotidiano de cierta prensa argentina.

Así cada condena, cada diatriba cotidiana, se va instalando como una verdad absoluta, indiscutible.
La ofuscación sobre los “índices de precios” no es tema de mayorías populares, preocupadas por otras circunstancias como los precios reales y como cuidar el peso. Las candidaturas llamadas “testimoniales” tampoco impactan en lo cotidiano del trabajador que hasta ayer transitaba la angustia del trabajo y hoy lo tiene.
Los “fondos” del ANSES y su inversión en políticas anticíclicas, inversiones de corto, mediano y largo plazo, como tienen los organismos previsionales del mundo, es otro tema de agitación.
La visita del “dictador” Bolivariano, quien pese a haber ganado las últimas 12 elecciones excepto una derrota sigue catalogado como tal.
Que estamos “fuera del mundo” por no tener acceso al crédito, en el mismo mundo que se derrumba con la lógica esgrimida por los críticos de hoy, pero que sin embargo comerciamos por 50 mil millones de dólares sin restricciones ni problemas financieros. Podría seguir el listado de frases hechas a medida, en una pugna cultural que es política y que dominará los próximos años de la agenda argentina en la búsqueda de sus nuevos paradigmas para los nuevos tiempos.

No quise ingresar por la ventana a la semiótica porque no me considero capacitado para eso, pero sí lo estoy para un análisis de la situación actual, donde los actores intentan esconder intenciones, detrás de palabras que desnudan las mismas.

Desde la visión internacional hasta el manejo propio del Estado todo está bajo sospecha, cuando no se dirimen como corresponde los términos ideológicos de la confrontación, cuando el debate político está escondido y nadie dice lo que va a hacer en caso de triunfar su postura. El Gobierno ha trazado un camino desde hace años y en su accionar ha tenido aciertos enormes y también falencias e hipotecas pendientes. El neoliberalismo estructural está vivo y merece ser desmontado para reinstalar la cultura de la solidaridad y el trabajo.

En realidad, lo que nos dicen, son “medias palabras”, son insinuaciones embozadas, son realidades que por alguna razón no nos dicen del todo, sino incompleta y confusamente. Las palabras son sentencias cuyo significado depende de quien las diga, donde las diga y hacia quien las diga. De esto saben todos los sesudos forjadores de imágenes de campañas electorales que trabajan sobre la foto y no sobre la película, impactando con el latiguillo, conmoviendo en la acción dirigida y escondiendo su programa político y su historia, diciendo solo “medias palabras” y sabiendo de antemano que su “palabra”, no es tal.

Los argentinos tenemos memoria y sabemos lo que no queremos, pero también lo que nos falta recorrer para construir una sociedad mas equitativa con Justicia Social, tanto como sabemos que la palabra “Patria” proviene de “padre enterrado” o sea nuestra propia historia, y “Nación” por “nacer” de nuestra identidad. Ambos términos que deberían conjugar nuestro compromiso para con ellos.

JORGE RACHID
C.A.B.A., 19 de mayo de 2009.

lunes, 4 de mayo de 2009

DEL PUEBLO POR EL PUEBLO Y PARA EL PUEBLO


por Ariel Pascielli

Ya en épocas de organizaciones tribales y quizás, aún antes, la humanidad transitó por métodos y sistemas cuasi democráticos de tomas de decisión sobre temas que pudieren afectar al grupo.

Sin entrar en sistemas de represión modernos con dictadores o tiranos, o reyes, príncipes o señores feudales, que es casi lo mismo, es conveniente analizar los procesos democráticos y las formas que se emplearon para ejercer el poder y organizar las sociedades.

Más allá del ágora griego y del senado romano; la Carta de los Comunes inglesa, con su parlamentarismo como paradigma de representación política de ésa sociedad en plena revolución industrial, camino del dominio imperial; usualmente se toma como ejemplo de ejercicio de la democracia a los gobiernos que se constituyen a partir de la independencia de los Estados Unidos, preparando el camino para su estrategia imperial, copiando a sus mayores. Este ejercicio de democracia está basado en el control y refuerzo del poder dominante a partir de las luchas contra las monarquías y el triunfo del estado llano.

La democracia de la definición de Abraham Lincoln: “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, se puso en práctica en muchas sociedades políticas con los recortes y retoques que las clases dominantes impusieron para no perder su hegemonía.

El sistema conformó un método que alimentó el recorte de la democracia plena, generando partidos políticos que, en su origen, representaban intereses de clases, ideológicos y estratégicos y alimentó las expectativas de muchos que solo querían ser gobierno para estar en privilegiada posición frente a los verdaderos poderes, que los ungieron como respetuosos y confiables defensores y buenos administradores de sus intereses.

Pero también surgieron partidos políticos en defensa de otros intereses pero que se insertaron en el sistema de la democracia “burguesa”.

Todos garantizaban el sistema institucional, cada uno con sus documentos liminares o declaración de principios, sus estatutos o carta orgánica, sus programas de gobierno, sus plataformas políticas o plataformas electores.

En muchos casos con elecciones internas para postular candidatos o designar autoridades, con diferentes formas y sistemas, con punteros junta votos y con respaldo o con sistema eleccionario de mayor profundidad en el uso de la democracia.

Allí surgió lo que se dominó la “democracia representativa”, aquí o en otros países; aquí, con el refuerzo de la norma constitucional que define que “el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes”

Y en la elección de representantes comenzó a hacer agua el sistema, cuando se comenzaron a entremezclar intereses y figuras; cuando se dejaron de lado los programas y plataformas de cada agrupación y se comenzó a buscar al más carismático, al que mejor mide, al que es mejor aceptado por diversos atributos, más allá de las ideas que defiendan el candidato o su partido.


A la prostitución de las ideas, le siguió el alejamiento de los programas y la ausencia de plataforma electoral. Bastaba con que un borracho arengara, según el imaginario popular, con el grito ¡Viva el doctor, para que estas “instituciones” de la democracia a quien les resultó más cómodo golpear los cuarteles que someterse al sufragio popular, comenzó a entender que la figura que pudiere reunir ciertos atributos presentables fuere el piloto electoral para colgarse de él y triunfar en los comicios.

Pero, además, y mientras los propios partidos políticos descreían de la política e insuflaran esa idea a los ciudadanos para llevarlos a ser carne de cañón electoral, nacía la “democracia delegativa”, que consistía en volcar los votos a favor del candidato más aceptado por sus propios atributos que no eran, precisamente, de corte ideológico o político, sin importar organizaciones, formación de ciudadanos, programas o simplemente, un discurso coherente con las necesidades y los deseos de transformación de los ciudadanos.

El avance de la tecnología y la transformación y modernización de los medios de comunicación generaron el “marketing político”, que a partir de mediciones, encuestas y otras disciplinas, desarrollan imagen para vender un producto a una ciudadanía que carece de información, pero que posee desinformación, y que ya se acostumbró, en líneas generales, a no tener exigencias ni siquiera electorales para los comicios, salvo algunas operaciones muy especiales que se siguen llevando adelanto pese a la modernización de las comunicaciones.

Pero pareciera que, en general, los partidos políticos no advierten que los tiempos pasan y que las masas populares cada vez toman más participación activa en los procesos históricos en forma directa, tal como pasa en Latinoamérica e incluso en nuestro propio país cuando los sucesos de diciembre del 2001.

Esa participación pareciera desmovilizada definitivamente, aunque no hay que confundir desmovilización con alerta, esperando el momento oportuno para actuar.
Los pueblos tienen en sus manos las herramientas para moldear la historia y cuando las usan lo hacen concientes, con entusiasmo, con firmeza para lograr su objetivo: modificar estructuralmente la sociedad para imponer la justicia, la libertad y la soberanía, a partir de la “democracia participativa”.

En Argentina estamos en condiciones de patear el tablero de los que pretenden jugar con el rumbo político de la sociedad para que no llegue nunca a plasmarse la “democracia participativa”, donde se decida entre todos lo que es mejor para todos y se erradiquen las exclusiones y los privilegios y la diferencia por raza o condición social, con igual oportunidad para el pueblo que la compone.
La organización política del sistema democrático burgués se vio plasmada, entre otras cosas, por la acción del Estado Llano durante la Revolución Francesa. Esa acción, similar a la que podrían tomar las masas populares de nuestra actualidad histórica, mereció elogios de mucho estudiosos:
¿“Quién se atrevería a decir que el estado llano no tiene en sí todo lo que es preciso para formar una nación completa? El Estado Llano (las masas populares de hoy) es el hombre fuerte y robusto del cual un brazo está todavía encadenado. Si se le despojase de la clase privilegiada, la Nación no vendría a menos, sino que iría a más. Así, ¿Qué es el Estado Llano? Todo, pero un todo trabajado y oprimido” (E.J.Sieyés, ¿Qué es el Estado Llano?

Y ese Estado Llano, puso sus fuerzas sobre la mesa y sacudió los privilegios de la nobleza, el clero y los señores feudales para consolidar un esquema de sociedad que está decayendo por la propia inercia absurda del capitalismo y el imperialismo.

El Estado Llano de hoy (las masas populares) debe volver a la movilización para trazar, orientar y poner en marcha una sociedad económicamente libre, socialmente justa y políticamente soberana, para darle a todos lo que les corresponde y a cada uno lo que a todos les pertenece.


Ariel Pascielli
Soberanía y Liberación
Mayo 2009