miércoles, 11 de marzo de 2009

AL FILO DE LA NAVAJA


por Jorge Rachid

Cuando el mundo se debate en la mas seria crisis que hemos vivido y tengamos memoria personal, en nuestro país, bailando en la cubierta del Titanic, los sectores dirigenciales políticos y empresariales, creen que pueden salvarse solos, o lo que es lo mismo, en forma independiente del resto de los argentinos, desconociendo su pertenencia, su identidad, el destino común y lo mas importante y cruel, poniendo en riesgo al resto de los compatriotas.

Ni las demandas sectoriales, satisfechas o no, ni la cercanía electoral, son motivo suficiente para alterar el curso de la historia democrática que hemos elegido los argentinos y que nos permite disentir, criticar, acordar, elegir, ser elegidos, votar y gritar cuando queremos, sin la sombra negra de la dictadura o la represión. Valores que hemos ganado entre todos como para encolumnarnos en campañas difamatorias, perversas y ruines evaluando conductas y personas sobre las que podemos o no estar de acuerdo, con las que podemos tener o no empatía, pero que son parte de nuestro pueblo que no merece un estado de crispación y conflicto permanente, mas allá de los supuestos justos reclamos que ponen en vilo a la sociedad.

Hace pocos años, los desocupados juntos a los estafados por el corralito, los desamparados expulsados de la pirámide social junto a los nuevos cuentapropistas de las ex empresas estatales, vivían la hecatombe final de un proceso de penetración cultural y económica que cambió el marco social de la Argentina. De una Argentina productiva, solidaria en la cultura del trabajo y la protección social, pasamos a un modelo instalado con sangre y fuego por la dictadura militar, basado en la codicia financiera, la timba económica y la exaltación del éxito personal como único objetivo de vida, y así instalaron la cultura neoliberal, tan solo ayer dominante y hoy en crisis mundial.

Este modelo afianzado en los años de democracia que siguieron, profundizó su presencia al calor de los dictados de los organismos de crédito multilaterales avalados por los gerentes locales en puestos públicos que permitieron la ideología del remate, descapitalizaron nuestro país y sometieron bajo el slogan de la modernidad y la globalización, a millones de compatriotas en la desesperanza y el dolor. Un nuevo genocidio se estaba produciendo en la Argentina, esta vez de carácter social, profundo y doloroso como el de los desaparecidos de la noche larga dictatorial.

Este breve síntesis sirve de sustento para evaluar los niveles de conflicto actuales, que son de un maniqueísmo dogmático, donde el enemigo es cualquier argentino que no piense como uno. El pensamiento crítico aplastado durante años parece haberse puesto de pié en su forma de pensamiento frívolo, donde las formas importan sobre el fondo, donde la valoración es la de la foto y no de la película que hemos vivido estos últimos años.

No se pide condescendencia y menos en la faz política, sino acuerdos de respeto con las críticas que no pongan en juego el destino como Nación. No se puede alegremente denunciar por narcotráfico y lavado una ley de la Nación destinada al blanqueo de capitales y hacerlo en los foros internacionales, cuando esos mismos foros después comparten los términos de las leyes argentinas.

No es justo, y menos aún ético, que opinen de la crisis los mismos economistas de la década del 90 que nos llevaron desde la convertibilidad al corralito sin autocrítica alguna y hoy pretenden ser nuevamente gurúes, sino adivinos, de los nuevos tiempos. Falta que sigan midiendo “el riesgo país” en un mundo financiero que ya no existe, con consultoras que imponían a nuestro país condiciones crediticias y reformas estructurales y que han caído en el abismo de sus propias mentiras, ambición y codicia.

No pueden los medios de difusión ser parte de la mentira cotidiana de rumor y la falsa información, ni pueden deteriorar sin perder su credibilidad, las instituciones de la Nación.

No es un juego de buenos contra malos. Es una pugna de intereses económicos sectoriales o políticos electorales, pero en ningún caso los golpes pueden ser de “la cintura para abajo”. Ahí no se pega, es regla en el barrio, y lo es en la vida, en lo personal y aún en lo familiar. No es de “hombre” dirían nuestras abuelas, ese tipo de críticas. No es de bien, dirían las señoras de la beneficencia.

En medio de una tormenta inédita en lo internacional, hoy la Argentina está con un esquema consolidado de cuentas públicas e inserción laboral aceptable, con movilidad en los haberes de la clase pasiva posible aunque distante del ideal, con grandes y serias posibilidades de capear el temporal en este año difícil. Queda sin dudas mucho por realizar en la faz social, hipoteca pendiente de años de crecimiento, pero no por ello se puede arriesgar el todo por la nada, ante una elección o un reclamo.

Los anuncios apocalípticos continuos y nunca cumplidos, la extrema dureza en el reclamo con el objetivo declarado de desgastar al Gobierno, los juicios livianos ante el menor conflicto, la inseguridad como eje detonador, la judicialización de la política, la justificación de la dictadura militar, los pedidos de ajuste sin aporte de otra opción social, la reincorporación al culposo declarado FMI, la denigración presidencial ante la convocatoria a nuestro país por el Grupo de los 20, los fogoneos ante los jueces de EEUU por los fondos buitres encubiertos en realidad por los bancos ex dueños de las AFJP, la caracterización imperial de la UNASUR, el desprestigio permanente a Chávez caracterizándolo como “dictador” sin mencionar las catorce elecciones ganadas ante presencia de veedores internacional, a Morales y a Correa contraponiéndolos con Lula, Bachelet y Tabaré , estigmatizar al movimiento obrero organizado, desconocer los movimientos sociales campesinos y urbanos, reinstalar la idea de la represión a la pobreza contra los cartoneros, los niños en situación de calle, las familias sin techo y las villas miserias, todo, absolutamente todo, sirve de ariete del sistema para defender sus privilegios.

Toda noticia nacional o extranjera traída por la “prensa libre”, pasa a ser motivo válido para querer volver a ser el eje dominante en la pretensión de una Argentina sometida. Sin embargo, nadie iguala el embate de “la media luna” poseedora de la riqueza gasífera y petrolera boliviana, con los de la zona invadida por la soja, los Fondos de Inversión, que además de erosionar y desertizar, han contaminado las napas y enfermado la tierra y los seres humanos empobreciendo a muchos compatriotas .

El poder del dinero no se rinde. Se deberá trajinar y militar mucho, para que tampoco se rindan los que aún creemos que se puede construir una sociedad mas justa, los que no aceptamos que debemos subordinarnos al dictado de los poderosos, los que decimos que no debemos ver el mundo color dinero, aceptando matanzas, invasiones y violaciones soberanas a aquellos países que se rebelan al statu quo imperial.

Los argentinos hemos protagonizado epopeyas que quedarán grabadas en la historia de los pueblos, como habernos independizado en la única revolución triunfante en Latinoamérica desde el inicio, habernos dado una educación popular y pública que nos convirtió en uno de los pueblos mas alfabetizados del mundo, haber salvado al mundo de las hambrunas con solidaridad y afecto, haber recibido refugiados de todos los rincones del planeta con los brazos abiertos, haber sido capaces de integrar la inmigración a nuestra cultura sin preguntar el país de origen, habernos dado la ley del voto obligatorio y los derechos de los trabajadores, los niños y los ancianos, haber logrado el voto femenino cuando los países centrales no lo permitían, haber generado gestas como la revolución del 90 con Alem y del 17 de octubre con Perón, haber luchado y vencido a través de 18 años de resistencia a las fuerzas de la reacción y recuperar la democracia y el líder para nuestro pueblo, haber tenido madres que fueron capaces de vencer la dictadura con su pacifismo, su dolor y su conciencia, simbolizando una lucha universal reconocida en el mundo entero, sin olvidarnos de haber sido capaces del comienzo de la demolición del modelo neoliberal en las jornadas del 2001, aun vivo en lo estructural.

No somos incapaces ni minusválidos frente a la historia, somos un pueblo vivo y con esperanzas. Tampoco somos tontos de no saber quien es quien en el panorama actual, quienes actúan por compromiso y quienes lo hacen por intereses específicos de cualquier orden. Pueden ser críticos desde supuestas teoría de izquierda, se puede realizar críticas desde alguna interpretación del peronismo, o se las puede hacer aún desde la reacción. Pero todos sabemos que esas críticas no pueden poner en riesgo la Nación, ni las instituciones de la democracia, que por mas imperfecta que sea, es el sistema que hemos elegido los argentinos.

Ninguna idea ni ninguna persona puede considerarse por si misma, ni como grupo, los “dueños de la verdad”, los “salvadores,” ni los “predestinados” de la Patria, porque eso implica poner en riesgo la Argentina como destino común de todos nosotros. Con humildad y sin rencor se puede construir un camino de Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política, que reinstale el Estado de Bienestar con un pueblo feliz y una Patria grande, integrada en una Latinoamérica unida.

JORGE RACHID
jorgerachid2003@yahoo.com.ar
www.jorgerachid.blogs.ar
CABA, 10 de marzo de 2003

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