domingo, 8 de febrero de 2009

OBAMA NO LEYÓ A PERON

por Ariel Pascielli
Febrero 2009


La Presidenta Cristina se refirió a éste tema en un pasaje del discurso que hizo para los, en su mayoría, militantes de los gremios aeronáuticos, durante una reunión en la quinta de Olivos donde se firmó un convenio de “cooperación” con la empresa.

En el contexto discursivo sobre supuestos pensamientos y medidas de Obama, que pudieren aparecer teniendo relación con los escritos, discursos y acciones de Perón, sobretodo antes y durante el ejercicio de su primer gobierno, la Presidenta quiso parangonar, quizás desacertadamente, la medidas, acciones y discursos del actual presidente de Estados Unidos con las que tomó, en su momento, el General Perón.

Muchos compañeros y compañeras de Argentina han leído, en mayor o en menor grado a Perón, aunque en muchos casos, y también en mayor o menor grado, las hayan olvidado y otros pretendan ejecutar sus escritos y reiterar sus acciones sin tener en cuenta el contexto histórico.

Pero lo que ha trascendido y hecho raigambre en el campo popular y en el imaginario social es una frase de uno de sus discursos: “Mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar”.

Respetuosamente, y para salvaguardar la dignidad intelectual e histórica de los argentinos que componen el campo popular, no se puede recurrir a una figura literaria de este tipo, ni aún en el fárrago de la improvisación discursiva.

El contexto histórico que se le presenta al “surfeador” Obama no es otro que el de tratar de salvar algún exceso que provocó el sistema con la burbuja capitalista, originada por el pensamiento, la doctrina, la acción y la inacción de los gurúes y servidores del imperio dominante que son hoy, como no podría ser de otra manera, con afinidad ideológica y complicidad, los mismos que inflaron la burbuja (Página 12, 07.02.09, pág. 2,”La madre de todas las burbujas” de Raúl Dellatorre).

El contexto histórico que se le presentó a Perón en 1943, también fue el de una crisis del capitalismo que culminó en la Segunda Guerra Mundial en 1945, con la impronta de cambio de potencia imperialista dominante.

El “keynesianismo”, como doctrina de aplicación predominó en Estados Unidos para salvaguardar la sociedad capitalista, aprovechar la crisis política mundial, impedir la reacción de las masas presas de miseria y desocupación y, como consecuencia, posicionar al país como primera potencia imperial frente a la debacle colonialista de las potencias europeas, azuzando con el fantasma bolchevique y promoviendo una sociedad de consumo como paradigma del sistema.

En Argentina, en la década del 40 las cosas se planteaban casi similarmente pero existía una decisión política distinta: a partir de una gran reserva de divisas que proveyó el comercio durante el conflicto bélico y la producción alimentaria se dio al Estado la fuerza de intervenir directamente en la economía, dominar desde allí sus palancas básicas, nacionalizar el comercio exterior, limitar las apetencias de la oligarquía y el imperio decadente, distribuir la riqueza para darle más al que menos tiene, asegurar la vivienda, la salud y la educación para todos, haciendo imperar la justicia social y luchando contra el agio, la especulación y los privilegios.

Esto se llevó a cabo construyendo una gran base social de apoyo al proyecto, a partir de darle a cada uno lo que merece y pertenece, erradicando la desocupación y la pobreza y avanzando sobre la consolidación institucional.

Un contexto histórico similar, no igual, al de los cuarenta, se vivió en Argentina después de la crisis del 2001, que hoy se la califica como antecedente de la que estamos viviendo a nivel mundial. Altas tasas de desocupación, sin industria, sin manejo de las palancas básicas de la economía, con muchos millones de ciudadanos sumergidos en la pobreza, el hambre y la indigencia total, pero también con muchos privilegios, frivolidad y especulación, y un fuerte y arraigado sentimiento individualista de sálvese quien pueda. Y aquí, y en cualquier lado, como bien se sabe:”nos salvamos entre todos o no se salva nadie”, pero con igualdad y justicia social y sin privilegios de ninguna especie.

Argentina creció durante todos estos años a tasas superiores al 9% anual (tasas chinas), se intentó poner en práctica la “transversalidad” (entre todos), se recuperó la dignidad histórica con los juicios a los represores de la dictadura, se designó una nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación aunque no se impuso una nueva Justicia, se bajaron los índices de desocupación, se mejoraron los salarios, aunque no se actualizaron porque no se limitó el lucro de los empresarios ni se controlan precios y especulación, se mejoraron los beneficios jubilatorios y se eliminaron las AFJP aunque, todavía, la recaudación provisional se utiliza con criterio doctrinario monetarista, para tratar de reactivar, pero dando oportunidades de negocios financieros a sectores que se enriquecieron en décadas pasadas, etc.

En fin: de las gestiones de gobierno desde el 2003 “…Saludamos su reconstrucción de las políticas productivas, la recuperación de la soberanía monetaria, sus avances en la reconstrucción del Estado, sus políticas de inclusión, distribución y reparación social, así como su estratégica y decisiva política de alineación continental con el proceso liberador, el compromiso y la construcción del UNASUR y el Banco del Sur en la concepción de la unidad de los pueblos, acabando con la concepción mercantilista del MERCOSUR. Valoramos su ‘no al ALCA’ en Mar del Plata que liquidara las ‘relaciones carnales’ con el Imperio iniciadas en los ‘90.”, (Declaración liminar de Soberanía y Liberación, Nov.20, 2008) entre otras cosas positivas.

Hay cosas hechas. Hay mucho por hacer. Pero, a la vez, hay que construir dando sustento y contenido social a las políticas del gobierno y hay que hacerlo con todos. Perón subió al poder mediante la personería jurídica del Partido Laborista y en un casi frente que “atravesó” las estructuras del radicalismo, del socialismo y de otros movimientos populares, y consolidó su apoyó social. Después fundó el Partido Peronista.

Pero falta mucho y no se debe perder el ritmo. En política tiene un gran valor la teoría de los espacios vacíos y, si bien las cosas podrían hacerse “a su tiempo y armoniosamente”, la propia dinámica de la gestión puede llevar a “camarón que se duerme lo lleva la corriente”.

Para no abundar, leyendo estas líneas se puede determinar cuál es la analogía del contexto histórico que podríamos considerar.

Obama no leyó a Perón. Obama quizás nunca supo de la existencia de Perón.

Perón fue, entre otras virtudes, un organizador, un gran pragmático que sabía adonde iba, que sabía qué, cuándo, cómo, por qué y ante quién decir las cosas. Pero que, fundamentalmente, sabía que “mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar” y que lo que hacía era para proveer más justicia social y sostener su proyecto.

Implementó e impuso una mejor distribución de la riqueza, con mejores salarios, con precios controlados, con servicios de salud eficientes, con educación universal, con vivienda digna.

Erradicó la pobreza e indigencia en la que hoy están todavía condenados a vivir más de diez millones de argentinos, limitando la ganancia y la especulación aunque no haya podido socavar la estructura de la sociedad capitalista.

Este proyecto lo institucionalizó en la Constitución del 49 que seguramente Obama no leyó y muchos argentinos, lamentablemente, tampoco.

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